miércoles, 24 de febrero de 2016

Tengo un huequito en el pecho

Creo que nunca voy a olvidar la tarde en la que te miré, con esa carita seria y una tristeza muy agridulce asomándose por tus ojitos café y el cabello un poquito desordenado, y como me contaste de tu gato y me dijiste que tenía una sonrisa muy bonita, y estabas tan solo cuando te conocí que te hice un huequito en mi pecho, a tu medida, con un montón de dragones de esos de los que te gusta leer, y un par de camisetas blancas para dormir como esas que te gusta usar, todo para que pudieras descansar ahí y no verte triste jamás, porque no había nada más bonito que tu risa y tus ojitos cuando se pierden con esa manera tan tuya de sonreír y burlarte de todo. El huequito estaba justo ahí para que pudieras salir durante el día allá lejos a ser tú con todas esas formalidades y cuando estuvieras un poquito cansado de todo pudieras volver y acurrucarte, hacerte bolita sabiendo que te daría calor y te estaría contando historias y me aferraría muy fuerte a tu mano, y aunque no era mucho lo que podía darte sabias que era todo y era para a ti. 
Pero al poco tiempo no estabas mas solo y decidiste que era suficiente de mi, de mis dedos y mis labios y mi cabello oscuro que se enredaba en tu rutina despreocupada y en tus brazos calientes y blancos, asi que te levantaste y te sacudiste y comenzaste a caminar lejos, lejos de mi, y de nuestras largas llamadas, nuestras largas conversaciones, nuestros largos y largos momentos chiquitos que en ese momento no creí que eran tan importantes y que ahora son los que más extraño.
Tengo este hueco en el pecho; míralo, tócalo, pruébalo; es por ti.

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