martes, 29 de diciembre de 2015

Hoy volví a leer tus cartas

Hoy volví a leer tus cartas, y no porque quiero que regreses, sino porque me aterra olvidarte, y ya no recuerdo tu voz, ni el brillo de tus ojos, ni tu risa de madrugada ni tus manos calientes tomando las mías muy frías, así que abrí esa cajita de recuerdos y leí todas tus cartas. Tomé entre mis dedos todas tus cosas y mientras repasaba esas palabras garabateadas pensé en todo lo que vivimos y en cómo terminé aquí, así, sin ti. Porque tal vez es mejor y más fácil pero siempre hay una vocecita encerrada en mi cabeza que está murmurando tu nombre porque extraña cada día tu presencia, tus llamadas, tus mensajes, y nuestra historia, a la versión de mí a tu lado y los besos.

Y es que extraño esas cosas tan pequeñitas, como la sensación de estarme durmiendo contigo en la otra línea del teléfono, y ese tono de voz que tomabas para arrullarme, despacito. Tu manera de tomarme de la cintura, de leerme en voz alta, de tararear canciones graciosas. Esos temas tan trascendentales de los que hablábamos por horas y que al día siguiente no me parecían importantes ahora me parecen lo más bonito, porque era hablar de nada, contigo, mirando el techo, solos tú y yo. En mi lugar favorito en el mundo.

Hoy volví a leer tus cartas, y lloré de nuevo. Y no porque no haya superado nada. No porque siga estancada y esté parada en el mismo lugar donde me dejaste esperando que regreses por mí, sino porque ahora estoy muy lejos de ahí, y me hubiera dado mucho gusto que vieras en lo que me convertí. Porque estoy cumpliendo todos esos sueños que prometimos que cumpliríamos juntos, pero sin ti. Porque maduré y crecí y ahora soy una persona bastante diferente y estoy segura que estarías orgulloso de ver hasta donde he llegado, sin embargo no estás ahí para decírtelo y a veces, cuando está muy oscuro y estoy debajo de las sábanas, recostada y sola, enserio quisiera tenerte frente a mí. Y solo hablar.

Hoy volví a leer tus cartas, y lloré de nuevo. Y no porque quiero que regreses, sino porque ya no recuerdo como era tu voz en las mañanas cuando me llamabas muy temprano, ni el brillo de tus ojos cuando hablabas sobre algo emocionante, ni tu risa de madrugada cuando estábamos un poco intoxicados del otro. Me cuesta trabajo cerrar los ojos y encontrarme con la forma en que tu boca se torcía cuando te sonreías, como un niño pequeño, y tu manera tan personal de llamarme por mi nombre. Creo que he ido olvidando muy despacito pedazos de las canciones que me escribiste, los apodos que me inventaste, el noto de tu voz que adoptabas cuando te enojabas y todas tus mascotas. Estás borroso ahora, sin recuerdos nítidos, con las memorias entremezcladas entre las promesas que nunca cumpliste y las pesadillas que tuve cada día después de que me rompiste el corazón.

Hoy volví a leer tus cartas, y lloré de nuevo. Y no porque no te haya olvidado, sino porque ya no me acuerdo de ti.


2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ni el primero y mucho menos el último en decírselo: escribe muy bien.
      Me encantó su estilo y aún más su transparencia. Sígalo haciendo...por favor, tiene talento.

      Eliminar

tus comentarios son mi sueldo