Hoy volví a leer tus cartas, y no
porque quiero que regreses, sino porque me aterra olvidarte, y ya no recuerdo
tu voz, ni el brillo de tus ojos, ni tu risa de madrugada ni tus manos
calientes tomando las mías muy frías, así que abrí esa cajita de recuerdos y
leí todas tus cartas. Tomé entre mis dedos todas tus cosas y mientras repasaba
esas palabras garabateadas pensé en todo lo que vivimos y en cómo terminé aquí,
así, sin ti. Porque tal vez es mejor y más fácil pero siempre hay una vocecita
encerrada en mi cabeza que está murmurando tu nombre porque extraña cada día tu
presencia, tus llamadas, tus mensajes, y nuestra historia, a la versión de mí a
tu lado y los besos.
Y es que extraño esas cosas tan
pequeñitas, como la sensación de estarme durmiendo contigo en la otra línea del
teléfono, y ese tono de voz que tomabas para arrullarme, despacito. Tu manera
de tomarme de la cintura, de leerme en voz alta, de tararear canciones
graciosas. Esos temas tan trascendentales de los que hablábamos por horas y que
al día siguiente no me parecían importantes ahora me parecen lo más bonito,
porque era hablar de nada, contigo, mirando el techo, solos tú y yo. En mi
lugar favorito en el mundo.
Hoy volví a leer tus cartas, y
lloré de nuevo. Y no porque no haya superado nada. No porque siga estancada y
esté parada en el mismo lugar donde me dejaste esperando que regreses por mí,
sino porque ahora estoy muy lejos de ahí, y me hubiera dado mucho gusto que
vieras en lo que me convertí. Porque estoy cumpliendo todos esos sueños que
prometimos que cumpliríamos juntos, pero sin ti. Porque maduré y crecí y ahora
soy una persona bastante diferente y estoy segura que estarías orgulloso de ver
hasta donde he llegado, sin embargo no estás ahí para decírtelo y a veces,
cuando está muy oscuro y estoy debajo de las sábanas, recostada y sola, enserio
quisiera tenerte frente a mí. Y solo hablar.
Hoy volví a leer tus cartas, y lloré
de nuevo. Y no porque quiero que regreses, sino porque ya no recuerdo como era
tu voz en las mañanas cuando me llamabas muy temprano, ni el brillo de tus ojos
cuando hablabas sobre algo emocionante, ni tu risa de madrugada cuando
estábamos un poco intoxicados del otro. Me cuesta trabajo cerrar los ojos y
encontrarme con la forma en que tu boca se torcía cuando te sonreías, como un
niño pequeño, y tu manera tan personal de llamarme por mi nombre. Creo que he
ido olvidando muy despacito pedazos de las canciones que me escribiste, los
apodos que me inventaste, el noto de tu voz que adoptabas cuando te enojabas y todas
tus mascotas. Estás borroso ahora, sin recuerdos nítidos, con las memorias
entremezcladas entre las promesas que nunca cumpliste y las pesadillas que tuve
cada día después de que me rompiste el corazón.
Hoy volví a leer tus cartas, y
lloré de nuevo. Y no porque no te haya olvidado, sino porque ya no me acuerdo
de ti.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNi el primero y mucho menos el último en decírselo: escribe muy bien.
EliminarMe encantó su estilo y aún más su transparencia. Sígalo haciendo...por favor, tiene talento.