lunes, 26 de agosto de 2013

Juegos de niños

(Austin & Melissa)

Otro trueno retumba en la habitación. Abril es lluvioso, mamá lo dice a cada minuto. Pero tengo mucho miedo, Austin, muchísimo. Una lágrima se escapa y yo la intento contener, pero es imposible. Suena como a ese moúnstro del cuento oscuro que nos contaron, ¿recuerdas? Ese que gruñe y luego come niños.

Me bajo de la cama. No se por que insisten en poner dos en nuestro cuarto. Camino hacia la tuya, que tiene una sabana de pelotas de fútbol. La muevo lento, y me deslizo debajo de esta. Esta cálido, como tú. Me acomodo, despacito, intentando no despertarte. Eres fuerte, y no le temes a esas cosas.

Nuestros rizos se mezclan, y cierro los ojos con fuerza. Duermes de espaldas, de ladito, y mi mejilla toca tu pijama de aviones. Entonces tú te giras, soñoliento. Me río bajito, eres muy gracioso. Pero entonces otro trueno retumba, y la lluvia golpea la ventana. Sollozo bajito y escondo mi cara bajo las mantas.

—Shh… —me dices, y cierras los ojos porque te estas quedando dormido. Te agito levemente, no quiero estar sola.

—¿Austin? Austin, despierta. Tengo miedo —mi voz es frágil, creo que se va a romper. Las lágrimas nublan mi vista, y siento como sí el moúnstro viene por mi. Mis pequeños brazos te rodean y tú despiertas. Me abrazas y termino acostada sobre tu pecho, escondiendo mi carita en tu cuello.

—Tranquila, Mel, no hay nada afuera. Son solo los truenos, ¿ves? Esa es la lluvia —me dices, pasando tus manitas por mi pelo. Y te creo, por que tú lo dijiste. Pero otro gran estruendo retumba y me encojo—. Yo te protegeré, Meli, yo siempre te voy a cuidar. Siempre.

Tus labios están suavecitos. Me besas la frente, como una de nuestras madres (quizá Hizz o Annie) pero es diferente. Cierro los ojos y me aprieto más a ti. Se siente bien. Y de pronto los rayos ya no se escuchan. Los besos continúan, en toda mi mejilla, y me sonrojo.

No se siente mal, Austin, al contrario. Me gusta, la verdad. Tus labios delgados y cálidos. Viajan, y de pronto me besas los labios. Abro los ojos, grandes, pero tú solo estas ahí, con los tuyos iguales que los míos pero cerrados. Me besas suave, tierno, y un cosquilleo viaja por todo mi estomago. Me sonrojo más, y de pronto río. Te alejas, aún con los ojos soñolientos, pero sonriendo igual. Vuelves a dejar un beso rápido en mi boca, y luego otro en la mejilla. Vuelvo a reír.

—Gracias, Austin. Te quiero.

—Yo también, Meli.

Suspiras, y te acomodas. Termino abrazándote, y me rodeas con tu brazo. Somos tan pequeños. Tan iguales. Ya no escucho los truenos, no. Por que tú me ayudaste, todo gracias a ti.

Bajas la cabeza, tú aliento roza mi mejilla. Tu boca se acerca a mi oído, y cuando esta cerquita, susurras con voz infantil:

—Siempre juntos, Mel.