lunes, 11 de noviembre de 2013

Sólo soy voluntaria


Tras publicar una fotografía en Twitter, en la que aparecía realizando mis actividades de activista social animal, recibí algunos comentarios halagadores, que si al principio me hicieron sonreír hoy me desconciertan. Algunos de éstos decían «quisiera ser como tú», «te admiro, ojalá pudiera ayudar como tú lo haces», «de grande quiero ser como tú», «debería haber más gente como tú en el mundo», etc.

Y no es que no agradezca las palabras bonitas. Pero, ¿por qué hablar de lo que hago como si fuera algo que solo yo puedo hacer? ¿Cómo si fuera algo inalcanzable al que solo cierta cantidad de personas selectas pueden hacerse partícipe? No tengo súper poderes. No tengo tampoco una gran fuerza, o mucho dinero, ni belleza. 

Tengo dieciocho años. Soy de clase media. Vivo con mi mamá y mi hermana. Trabajo de lunes a viernes por las tardes. Entraré a la universidad el próximo año. Salgo con mis amigas los fines de semana, me gusta pasar tiempo con mi familia, leer, ver series, escuchar música, ir al cine. No tengo ningún talento extraordinario. Solo soy activista. Voluntaria. No curo el hambre de todos los animales en el mundo, o rescato a todos los animales abandonados, mucho menos salvo a todos aquellos que sufren maltrato; lo único que hago es dedicar mi tiempo a una causa social. Acudo a manifestaciones. Soy voluntaria en campañas. Sirvo agua a los animales que veo en la calle, les doy comida. Informo a los que tengo alrededor. Difundo información. Evito las carnes y las pieles. No asisto a espectáculos que involucren animales.

¿Es mucho? ¿Es, acaso, algo que solo yo puedo hacer? ¿O solo ciertas personas?

«Quisiera…», «desearía…», «me gustaría…».

¿Por qué no cambiar eso por «quiero», «deseo», «actúo»? ¿Por qué no en vez de desear que haya más personas que ayuden, nos convertimos en una persona que ayuda? ¿Por qué no en vez de admirar, hacemos algo que cause admiración? Y esto no va dirigido solo a los activistas animales. Hay activistas por niños, ancianos, mujeres, hombres, enfermos. Por el planeta. La naturaleza, el mundo; niños con cáncer, mujeres abusadas, ancianos abandonados, jóvenes sin educación, hombres  que emigran y no tienen casa, la deforestación, familias en pobreza extrema. Se necesita ayuda, se necesitan personas que no digan «qué bonita labor haces» sino «hoy yo también voy a ayudar».


Necesitamos darnos cuenta de que no debemos tener mucho dinero o pertenecer a una gran asociación civil para poder ayudar. Ni si quiera necesitamos salir de nuestra comunidad para darnos cuenta en que se necesita ésta ayuda. 

Sólo necesitamos comprender que no va a haber un cambio en el mundo, a menos de que nosotros lo propiciemos. 

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